5.2.07


άμα ξέρεις ισπανικά, κακό δικό σου. δε χρειάζονται.

césar vallejo, EL BUEN SENTIDO

Hay, madre, un sitio en el mundo, que se llama París.
Un
sitio muy grande y lejano y otra vez grande.
Mi madre me ajusta el cuello del abrigo, no porque empieza

a nevar, sino para que empieze a nevar.

La mujer de mi padre está enamorada de mí, viniendo y

avanzando de espaldas a mi nacimiento y de pecho a mi muerte.

Que soy dos vezes suyo: por el adiós y por el regreso. La cierro,

al retornar. Por eso me dieron tánto sus ojos, justa de mi, infra-
ganti de mi, aconteciéndose por obras terminadas, por pactos

consumados.
Mi madre está confesa de mí, nombrada de mí. ¿Cómo no

da otro tanto a mis otros hermanos? A Víctor, por ejemplo,
el
mayor, que es tan viejo ya, que las gentes dicen: ¡Parece hermano
menor de su madre! ¡Fuere porque yo he viajado mucho! ¡Fuere

porque yo he vivido más!

Mi madre acuerda carta de principio colorante a mis relatos

de regreso. Ante mi vida de regreso, recordando que viajé durante

dos corazones por su vientre, se ruboriza y se queda mortalmente

lívida, cuando digo, en el tratado del alma: Aquella noche fui

dichoso. Pero, más se pone triste; más se pusiera triste.

- Hijo, ¡cómo estás viejo!

Y desfila por el color amarillo a llorar, porque me halla

envejecido, en la hoja de espada, en la desembocadura de mi rostro.

Llora de mí, se entristece de mí. ¿Qué falta hará mi mocedad, si

siempre seré su hijo? ¿Por qué las madres se duelen de hallar
envejecidos a sus hijos, si jamás la edad de ellos alcanzará a la de

ellas? ¿Y por qué, si los hijos, cuanto más se acaban, más se apro-
ximan a los padres? ¡Mi madre llora porque estoy viejo de mi

tiempo y porque nunca llegaré a envejecer del suyo!

Mi adiós partió de un punto de su ser, más externo que el

punto de su ser al que retorno. Soy, a causa del excesivo plazo de

mi vuelta, más el hombre ante mi madre que el hijo ante mi madre.

Allí reside el candor que hoy nos alumbra con tres llamas. Le digo

entonces hasta que me callo:

-Hay, madre, en el mundo un sitio que se llama París.

Un sitio muy grande y muy lejano y otra vez grande.

La mujer de mi padre, al oírme, almuerza y sus ojos mor-

tales descienden suavemente por mis brazos
.

1 Comments:

Blogger AmAndArInI said...

pitufos sta ispanika einai ta stroymfakia :P

7/2/07 10:11  

Post a Comment

<< Home